9 DE JULIO: EL DÍA QUE LOS GOBERNADORES LE SOLTARON LA MANO A MILEI

En la historia argentina, hay gestos que dicen más que mil discursos. Y el 9 de julio de 2025 quedará como uno de esos días donde el silencio, y las ausencias, hicieron más ruido que cualquier cadena nacional. Javier Milei soñaba con una foto de unidad el Día de la Independencia. Pero lo que encontró fue un escenario desinflado, con gobernadores que decidieron vaciarle la escena.

El dato es político, pero sobre todo simbólico. En la fecha patria por excelencia, la figura presidencial, que debería encarnar la representación nacional, quedó expuesta, sin respaldo federal, sin músculo político, sin relato heroico que aguante. Lo que quiso ser un pacto histórico terminó siendo una postal incómoda, donde la ausencia fue la protagonista principal.

La de los gobernadores fue una decisión deliberada. Un mensaje. La ruptura no es nueva, pero ahora se hizo visible. Porque no es solo un rechazo al estilo personalista de Milei o a su modo de ejercer el poder con insultos, amenazas y humillaciones. Es también una reacción al vaciamiento de recursos, al ninguneo institucional, al ajuste salvaje que recayó sobre las provincias mientras el Presidente se pasea por el mundo hablando de libertad como si eso resolviera la falta de gas, de obra pública o de clases.

El fracaso del «Pacto de Mayo» no es anecdótico. Es un síntoma. Milei creyó que podía gobernar sin política. Que bastaba con su superioridad moral autoproclamada, con sus “principios innegociables” y con la épica del outsider. Pero la Argentina no se ordena con tuits ni con motosierra. Se gobierna con consensos. Y cuando el presidente se dedicó a incendiar todos los puentes, los gobernadores simplemente dejaron de cruzarlos.

La reacción del entorno presidencial fue previsible: negación y excusas. Cuando se evidenció que el acto se vaciaba, Milei canceló sorpresivamente su viaje a Tucumán y culpó al mal clima. La tormenta, sin embargo, no estaba en el cielo, sino en la tierra. Era política. No llovía: le llovían señales de aislamiento. Y el avión no fue lo único que no despegó.

Muchos de los ausentes no son héroes del republicanismo ni campeones de la transparencia. Pero incluso los barones del conurbano y los señores feudales del norte entienden algo básico: que un país no se construye con odio permanente. La ausencia de los mandatarios provinciales no es un capricho. Es una advertencia. Milei no tiene más cheques en blanco.

Este 9 de julio, Milei quiso encabezar una refundación y terminó protagonizando una orfandad. El problema no fue la falta de gobernadores. Fue la falta de presidencia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio