El ocaso de las izquierdas latinoamericanas

Durante más de dos décadas, la izquierda latinoamericana construyó una ilusión. Prometió justicia social, independencia económica y gobiernos “del pueblo”. Pero detrás del discurso redentor se escondía el verdadero rostro del populismo: control, sometimiento, manipulación y privilegios para una nueva casta que usó la pobreza como combustible político.

Hoy, esa maquinaria se desmorona. Desde el kirchnerismo en Argentina hasta el chavismo en Venezuela, pasando por el lulismo Brasil, el progresismo chileno o el petrismo colombiano, todas las versiones del mismo proyecto muestran lo mismo: miseria maquillada con slogans, corrupción disfrazada de épica y fracaso cubierto con consignas.

Bolivia: el fin de un ciclo

La reciente victoria de Rodrigo Paz Pereira en Bolivia es el símbolo más claro de ese fin de época. Después de casi veinte años de hegemonía de la izquierda rancia, el pueblo boliviano dijo basta. Paz promete un “capitalismo para todos”, apertura, orden y transparencia: exactamente lo contrario de lo que ofreció y destruyó el socialismo.

Su llegada marca un cambio estructural. Bolivia, que durante años fue el ejemplo de “estabilidad progresista”, terminó quebrada, con reservas en caída libre y un Estado incapaz de sostener su propio peso. El modelo agotó sus recursos y su relato. Lo que empezó como revolución terminó como ruina.

La izquierda que envejeció sin darse cuenta

La izquierda latinoamericana se volvió una religión sin fe, sostenida por dogmas que ya nadie cree. Sigue repitiendo el mismo discurso antiimperialista en un mundo donde los jóvenes trabajan para empresas globales desde sus casas. Se presenta como defensora de los pobres mientras vive de los privilegios del poder. Habla de libertad mientras censura, adoctrina y destruye instituciones.

Sus dirigentes no envejecieron políticamente: se fosilizaron. Y su único proyecto real ya no es transformar nada, sino mantenerse impunes.

Lo que viene

América Latina está entrando en una nueva etapa. No se trata de derechas o izquierdas: se trata de verdad o mentira, de resultados o relato. La gente entendió que los “líderes populistas” no son otra cosa que parásitos morales, que predican solidaridad mientras saquean al Estado y que dicen amar al pueblo mientras lo hunden en la dependencia y la resignación.

La caída en Bolivia, el derrumbe del kirchnerismo en Argentina y el desgaste de Petro, Boric y Lula son síntomas del mismo fenómeno: la izquierda ya no engaña a nadie.

La sentencia final

Las izquierdas latinoamericanas no fueron víctimas de las élites: fueron las élites más corruptas, cínicas y destructivas que conoció la región. Usaron la educación para adoctrinar, la pobreza para gobernar y la libertad de prensa para mentir. Le vendieron dignidad a un pueblo al que primero le robaron la verdad.

Su tiempo terminó.
El continente que una vez compró el mito del “hombre nuevo” ahora exige algo mucho más revolucionario: honestidad, trabajo y resultados.
Y esa es la peor pesadilla de toda izquierda.

4 comentarios en “El ocaso de las izquierdas latinoamericanas”

  1. “…La izquierda que envejeció sin darse cuenta…” magistral!! Excelente Dani como siempre!! Libros tenes que escribir!! Y te diría que varios… política nacional, internacional, Israel, antisemitismo, análisis de los líderes mundiales y su decadencia… periodismo ir por la verdad o por el relato en fin… Tenes temas para rato…

  2. Muy buena descripción. El problema está en el hecho de que no siempre hay un buen recambio. En Argentina parece que si. En Bolivia da buena sensación aunque acaba de empezar. Pero… y en el resto de Latinoamerica?
    En España, sin ir más lejos, ya sabemos que de momento no hay un recambio ni serio ni con garantias de un proyecto real de transformación democrática.

  3. Contundente análisis diagnóstico con una sentencia lapidaria basada en el hecho más incontrovertible, innegable e irrefutable: los hechos con su estructura, sus actores y sus resultados: 1) Estados “Goliat” gigantes, inmensos, faraónicos, boraces de votos sumisos, entubados, cautivos. Estados con un tronco fuerte y un aparato de ramas los más largas para crear un campo de sombra similar al de la “Estrella de la muerte” de “Star War” para hacer posible secuestrar a toda hoja de vida que lograran conectar a ellas y hacerlas subditas de sus maquinaciones izquierdistas totalitaristas; 2) planes antagónicos disfrazados de solidaridad, pero ya con el hecho de quitarle al que produce para darle al que no a fin de mantenerlo en vez de financiarlo para que se convierta en otro productor debía causar desconfianza. Ellos usaron el dinero de los productores para financiar la construcción no de una sociedad, sino de una masa de zombies sumisos a ellos; 3) actores que comenzaron disfrazados, agazapados, aparentando benevolencia, relatos maquillados y actores bien amaestrados para imponerse en las cinco esferas claves para ellos: a) campesinos; b) obreros; c) estudiantes; d) militares; e) intelectuales. Actores depredadores del verdadero desarrollo, crecimiento y progreso que se convirtieron en políticos sin serlo empañando una profesión estratégica para facilitar el logro de la visión trascendente de nuestras sociedades mediante el gobierno efectivo. Ellos la desviaron convirtiéndola en un medio para beneficiarse enmarcándose así en el grupo de totalitaristas que el Señor Jesús tipificó como “los que se sirven de otros”; 3) los resultados: esclavitud, terror, muertes, “migrorragia”, contracción, ruina, marginalidad pobreza extrema, aplanamiento de la pirámide social hacia abajo, entropia, involución y degeneración de todas las estructuras de la sociedad, clientelismo, estatismo, crisis económica, deficit económico, reducción de la producción, baja calidad de la producción, corrupción, colusión, delitos de estado, criminalidad alta, anarquía, daño antropológico, degeneración moral, manipulación religiosa y en general, idiotización de una sociedad, una nación, un país como base para el enriquecimiento de unos pocos viles. El marxismo comunista, socialista o progresista siempre degenera en lo mismo: delincuencia oficializada, estatizada, porque un modelo tan improductivo y ruinoso no puede durar en el tiempo si no con la maldad y la violencia.

  4. Pingback: El ocaso de las izquierdas latinoamericanas, por Dani Lerer - México Libertario

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