La Argentina pendular y el salto al vacío de volver al kirchnerismo

La Argentina vive atrapada en un péndulo que nunca se detiene. Cada cuatro u ocho años oscila de un extremo al otro, cambiando de rumbo como si fuese una brújula sin norte. Ese vaivén nos costó décadas de estancamiento, inflación y pobreza. Pero lo más grave es lo que puede pasar en el plano geopolítico: un nuevo giro hacia el kirchnerismo sería mucho más que un retroceso, sería un salto al vacío.

El kirchnerismo siempre jugó a dos puntas. Mientras declamaba derechos humanos y progresismo, tejía alianzas con regímenes autoritarios. El memorándum con Irán que entregó a las víctimas de la AMIA, las relaciones carnales con Maduro, la dependencia financiera con Beijing y la promesa de Alberto Fernández a Putin de convertirnos en la puerta de entrada de Rusia a América Latina no fueron episodios aislados: fueron una hoja de ruta.

El mundo de hoy es todavía más desafiante. La confrontación entre democracias y autoritarismos se volvió explícita. Ya no existe margen para la equidistancia. O se está de un lado o se está del otro.

Un regreso kirchnerista dejaría en claro cuál sería nuestra elección: más cerca de Teherán, Caracas y Moscú; más lejos de Washington y Jerusalén. Esa orientación no solo implicaría aislamiento y pérdida de confianza: convertiría a la Argentina en una ficha menor de un bloque que desprecia la democracia y el Estado de derecho.

Un país que se pasa la vida pendulando nunca avanza. Y cuando además lo hace entre la libertad y el autoritarismo, el costo no es solo económico: es existencial. De esa decisión depende si la Argentina se convierte en una democracia plena integrada al mundo libre, o en un satélite irrelevante de los regímenes que representan todo lo contrario.

La Argentina necesita salir de una vez por todas de la lógica pendular. No podemos seguir oscilando entre gobiernos que buscan integrarse al mundo libre y otros que coquetean con dictaduras. El país necesita un rumbo claro, estable y previsible. Y en esa definición, volver al kirchnerismo no sería simplemente un paso atrás: sería un salto al vacío.

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