La batalla contra el antisemitismo, y el desafío de pensarla para los próximos 40 años

Durante décadas se habló del antisemitismo como un residuo del pasado, como un odio en retirada. Se lo asociaba con la Edad Media, con los pogroms o con la barbarie nazi. Y se asumía, ingenuamente, que con educación, memoria y democracia, ese prejuicio se iría extinguiendo. No sucedió. Al contrario: el antisemitismo mutó, cambió de ropaje y encontró nuevos vehículos para expandirse. Hoy ya no necesita camisas pardas ni cruces esvásticas; le bastan las redes sociales, los slogans de moda y una prensa complaciente que le presta legitimidad.

Por eso la batalla contra el antisemitismo, hasta ahora, se viene perdiendo. Porque se la dio con las herramientas equivocadas. Se creyó que bastaba con la denuncia moral, con el acto conmemorativo, con repetir el “Nunca Más”, con diplomacia. Pero el antisemitismo actual no es solo odio visceral: es propaganda organizada, con financiamiento, con estrategias de penetración cultural y con capacidad de instalar narrativas en el sentido común. Mientras el discurso antisemita se volvió profesional y global, la defensa quedó reducida a gestos testimoniales.

El resultado es evidente: un mundo donde judíos en universidades de Occidente deben esconder símbolos de su identidad; donde multitudes repiten acusaciones medievales (“genocidas”, “asesinos de niños”) con una naturalidad escalofriante; donde gobiernos democráticos avalan, por cálculo político, las campañas más burdas contra Israel.

Entonces, ¿qué hacer para los próximos 40 años? Lo primero es asumir que la lucha contra el antisemitismo ya no es un asunto de memoria, sino de futuro. Es una batalla cultural, política y comunicacional. Y requiere un replanteo profundo.

En lugar de hablar solo entre convencidos, hay que disputar en los espacios donde se forma la opinión pública: las universidades, los medios, las plataformas digitales. En lugar de limitarse a reaccionar ante cada agresión, hay que construir un relato positivo, mostrar cómo el antisemitismo no solo daña a los judíos, sino que corroe a toda sociedad que lo tolera. Y en lugar de resignarse a la victimización, hay que generar liderazgo, formar voceros preparados, con solvencia intelectual y capacidad de dar la pelea en todos los frentes.

La pregunta es incómoda pero ineludible: ¿estamos preparados para pensar el antisemitismo a 40 años vista? Porque si seguimos discutiendo con el lenguaje del siglo XX, perderemos otra vez. La única forma de cambiar el rumbo es entender que no enfrentamos un odio marginal, sino un proyecto político-cultural que busca instalarse como normalidad. Y que la respuesta debe ser igual de estratégica, igual de global, igual de tenaz.

La memoria es necesaria, pero no alcanza. El desafío es que dentro de cuatro décadas no estemos escribiendo otra columna sobre una batalla perdida, sino sobre cómo, por fin, se logró derrotar a la forma más vieja y persistente de odio humano.

2 comentarios en “La batalla contra el antisemitismo, y el desafío de pensarla para los próximos 40 años”

  1. dani , una de las mejores reflexiones que lei tuyas de los ultimos tiempos, urgente tenemos que plantear una estrategia y encontrar herramientas para contrarestar semejante catarata de odio y mentiras

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio