El periodismo tiene una misión esencial: buscar la verdad, verificar los hechos, incomodar al poder y ofrecer a la sociedad información confiable. Sin embargo buena parte de la prensa occidental decidió abandonar esa responsabilidad y convertirse en caja de resonancia de la propaganda terrorista palestina.
Lo vemos a diario: titulares construidos a partir de comunicados de Hamás, crónicas que repiten sin chequear supuestas masacres inventadas, denuncias imposibles de verificar que circulan como “hechos confirmados”. No importa que días después esos relatos se caigan a pedazos; para entonces, la mentira ya recorrió el mundo y cumplió su objetivo: demonizar a Israel y victimizar a los verdugos.
Peor aún es cuando el sinsentido se acepta como verdad revelada. Bombas que, según el relato, caen donde no hay rastros de impacto; muertos que luego aparecen vivos; cifras infladas sin ningún respaldo. Y pese a todo, ciertos periodistas las reproducen con una fe ciega, como si hubieran decidido que su trabajo no es investigar, sino militar. A tal punto llegan que son capaces de hablar de “genocidio” mientras muestran en vivo como los civiles son evacuados de manera segura de las zonas de futuros combates.
No hablamos de errores aislados: hablamos de una dinámica instalada. Y de comunicadores que repiten versiones lanzadas por quienes promueven el terror, sin preguntarse si al hacerlo están legitimando a quienes usan a su propia gente como escudos humanos.
El resultado es devastador: sociedades enteras consumen información intoxicada, convencidas de que Israel es siempre el agresor y los terroristas son apenas “militantes” o “resistentes”. Y lo que debería ser un periodismo valiente se convierte en un periodismo servil, funcional al terrorismo y al antisemitismo global.
El gran desafío para los periodistas que aún creen en su oficio es simple pero urgente: recuperar la obsesión por los hechos, distinguir entre información y propaganda, y animarse a decir lo que es incómodo. Porque si el periodismo renuncia a la verdad, no solo traiciona a sus lectores: también se convierte en cómplice de los terroristas que hoy usa como fuente.

Gracias por ser voz para tantos y darnos la posibilidad de aprender de la verdadera información.